En 1836, se decretó el traslado de la Universidad de Alcalá a Madrid, y sus edificios, en virtud de las leyes desamortizadoras, fueron vendidos por el Gobierno, que no los consideró “bien público”, sino que los enajenó como bien privado a particulares.
Los edificios fueron pasando de unas manos a otras (Joaquín Alcober, Joaquín Cortés, Francisco Javier de Quinto), sufriendo menoscabos en cada una de las transacciones.
En 1850, Francisco Javier de Quinto desmontó las campanas de la iglesia, la balaustrada del Trilingüe y el Arco de la Universidad. Esas actuaciones, unidas al hallazgo accidental de los restos del Cardenal Cisneros (fundador de la Universidad) en unas obras de demolición de la Capilla, y al rumor de que se quería desmontar la fachada de la Universidad, espolearon la puesta en marcha de un movimiento vecinal, que tuvo como primera manifestación destacada un escrito de 28 de octubre de 1850, firmado por numerosos ciudadanos, en el que se solicitaba ayuda al Alcalde Corregidor.
El movimiento iniciado dio lugar a la creación de una sociedad filantrópica, que el 12 de diciembre de 1850 compró por 90.000 reales al Conde de Quinto la manzana que contenía los principales edificios de la Universidad.
En la Exposición de Motivos y Bases de la Sociedad de Condueños, de 1850, se explicita la filosofía con la que se creó esta:
“(…) nunca entró en las miras de los alcalaynos proporcionarse con tal adquisición ningún medio para lograr intereses pecuniarios ni otros ruines y mezquinos de ninguna clase, sino solo el muy Noble, Grande y Natural de que no desapareciera una obra digna a todas luces de conservarse para Gloria de la Nación".
Sobre el esfuerzo que supuso esta adquisición, y la gran implicación de los alcalaínos en la misma, indica lo siguiente José Félix Huerta Velayos en “La Sociedad de Condueños: una historia compartida”:
“(...) Hay que destacar que el esfuerzo de los alcalaínos fue doble, porque a la notable cifra que suponían los 90.000 reales de la época había que añadir la situación de la ciudad con una economía depauperada. A pesar de que el peso de las negociaciones recayó sobre una comisión formada por antiguos catedráticos de la Universidad, tanto liberales como conservadores, en la suscripción de las láminas que formaban el capital creador de la Sociedad de Condueños intervinieron vecinos de todas las clases sociales, trabajadores manuales, incluso alguno que hubo de poner una cruz en lugar de la firma que no sabía hacer, demostrando el orgullo por conservar la parte más noble de su pasado, y escribiendo sin duda la página más generosa de la historia de Alcalá".
Los edificios se compraron con la intención de preservarlos hasta que se volviera a abrir la Universidad de Alcalá, lo que ya solicitó la Sociedad de Condueños al Gobierno en 1854, aunque eso finalmente no sucedió hasta 1977.
Historia
Entre tanto, los edificios principales alojaron al Colegio del Arma de Caballería (1851), a la Milicia Nacional (1855), a los Padres Escolapios (1861-1933), al Instituto Nacional de Enseñanza Media (1933-1947), año en que el Instituto tuvo que trasladarse a otro lugar por el estado ruinoso del edificio), y, desde 1960, tras restaurarse el edificio, a la Escuela Nacional de Administración Pública (que sigue impartiendo cursos en el edificio).
Entre medias, Alcalá pasó de ser una población de poco más de 4.000 habitantes en el momento en el que se trasladó la Universidad a Madrid, a tener más de 200.000 habitantes, dentro de un eje, el Corredor del Henares, con más de 700.000 habitantes.
En estas nuevas circunstancias, y con la actuación conjunta e ilusionada de los alcalaínos, fue posible materializar el sueño de los fundadores de Condueños, y que en 1977 volviera Alcalá de Henares a tener su Universidad, y que su Rectorado se ubicase en la manzana cisneriana propiedad de nuestra Sociedad, que cede a la Universidad esos edificios por un importe meramente simbólico.
Los edificios han vuelto pues a ser utilizados para el uso que se concibieron y los condueños, con la satisfacción de defensores de lo más representativo del patrimonio complutense, permanecen como muestra de la tenacidad y la generosidad de un pueblo orgulloso de su pasado.
Otros edificios de la manzana propiedad de la Sociedad de Condueños se utilizaron para crear un local de ocio (Círculo de Contribuyentes); para uno de los primeros locales de Paradores, la Hostería del Estudiante (inaugurada por Alfonso XIII en 1929), para un hotel; o para alojar al Colegio de Abogados o a una Oficina de Turismo Municipal.
La Sociedad de Condueños administra esos otros edificios de la manzana, dedicando sus recursos al mantenimiento de su patrimonio, y al impulso de la vida cultural complutense, a través de actuaciones como la recuperación de patrimonio mueble (libros o cuadros) relacionados con Alcalá de Henares, o financiando becas y colaboraciones con importantes agentes sociales y culturales de la ciudad.